Los golpes reiterados en la cabeza durante la juventud
provocados por la práctica de deportes de contacto como es el kick boxing o el
rugby pueden conllevar consecuencias negativas sobre el sistema nervioso; entre
ellas traumatismos encefálicos y enfermedades neurodegenerativas.
Los golpes leves pero realizados continuamente sobre la
cabeza acaban por generar una encefalopatía traumática crónica (ETC), antes
conocida como demencia pugilítica; que se va presentando en el individuo
lentamente, puesto que al principio las conmociones son asintomáticas. Los
traumatismos y hemorragias internas provocan mala coordinación, temblores y
síntomas parecidos al Parkinson, así como Alzheimer temprano y atrofia cerebral.
Esto se debe a la
liberación de la proteína cis P-tau en el medio celular, una mutación de la
proteína tau, la encargada de garantizar la estabilidad entre los microtúbulos
axonales y el citoesqueleto neuronal. Esta proteína sufre una fosforilación y
desfosforilación regulada, es una de sus funciones biológicas, cambiando la
estructuración celular intencionadamente. Sin embargo, la acción de diferentes enzimas
( cinasas y fosfatasas) provocan una hiperfosforización de la proteína, impidiendo
la correcta ensamblación de ésta con los microtúbulos de las fibras axonales y
el citoesqueleto, destruyéndolo y deshaciendo el interior celular. El efecto se
extiende a otras neuronas, provocando la muerte celular y una neurodegeneración
completa.
Los boxeadores y
jugadores de rugby también pueden desarrollar ELA o esclerosis lateral amiotrófica;
en la que las neuronas encargadas del movimiento de la musculatura voluntaria,
gradualmente disminuyen su funcionamiento y mueren, provocando debilidad y
atrofia muscular.

En conclusión, los golpes conllevan trastornos cerebrales
que se reflejan físicamente, psíquicamente y psicológicamente, además de las
lesiones físicas y consecuencias crónicas en el resto del cuerpo, más visibles.
Las lesiones cerebrales, si bien no aparecen rápidamente como las roturas,
contusiones, dolores articulares y fisuras, son más graves y profundas, y pocas
veces reversibles, aunque en algunos casos se puedan reducir los síntomas
parcialmente.
Por ello, los deportes de contacto se deben practicar con
precaución y no en exceso, comedidamente y obviamente con la mayor protección
posible, puesto que se corren más riesgos que los que observamos a simple
vista.
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